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No calles más”

  • Foto del escritor: Pbro. Saúl Bak Poot
    Pbro. Saúl Bak Poot
  • 13 dic 2019
  • 4 Min. de lectura

Lectura bíblica: 2 Reyes 7:1-9

Texto clave: Entonces se dijeron unos a otros: —Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, y no las estamos dando a conocer. Si esperamos hasta que amanezca, resultaremos culpables. Vayamos ahora mismo al palacio, y demos aviso. V. 9 (NVI)

Objetivo específico: Concientizar sobre la urgencia de compartir la buena noticia, para que el reino de los cielos se siga ensanchando, por medio de la evangelización y discipulado.

I. Alterar el equilibrio

Raúl estaba con muchos dolores de riñón por los efectos de una gran infección renal que las piedras le estaban ocasionando, muchos le preguntaban que le pasaba, porque se veía decaído de humor y de ánimo, unos le decían un día de estos te voy a llevar un brebaje que me ayudo a expulsar las piedras, es muy efectiva, pero ese día nunca llegó.

Pasaron los días y Raúl empeoraba con su dolor, buscando sanar ese dolor visitó a diferentes médicos, y ya lo habían preparado para una cirugía costosa, hasta que llegó un buen hombre, que no le dijo que existe un brebaje eficaz para ello, sino que se lo trajo preparado y le compartió la receta, bebida que Raúl bebió con disciplina; como lo habían instruido por este buen hombre. Y sabe, Raúl, sanó.

II. Analizar las opciones

¿Por qué entre las diferentes personas que escucharon, y vieron el dolor de Raúl, sólo una se atrevió a compartirle el brebaje y receta de su salud?

De similar modo esta anécdota ilustra en gran medida la actitud de la gran mayoría de creyentes que han disfrutado de la salvación en Cristo, ya que día a día dicen a través de los cantos, himnos y oraciones de renovación de compromiso; que van a compartir la buena nueva con los otros, pero hasta ahora permanecen en silencio, indiferentes viendo y oyendo como los perdidos en sus maldades sufren y mueren.

¿Por qué sabiendo del dolor y miseria del semejante poco la iglesia se atreve a compartir la buena nueva de la salud que en Cristo disfruta?

¿Qué necesita hacer la iglesia para atreverse a dar con urgencia la buena nueva a este mundo que sufre en su miserable pecado?

III. Revelar la clave para la solución

Nuestro pasaje de hoy, nos relata los hechos de cuatros leprosos que se estaban muriendo de hambre, porque estaban en estado de sitio por el rey de Asiria. Según el escritor del segundo libro de Reyes nos dice, que ellos y todo el pueblo sólo tenían dos opciones, o quedarse encerrados detrás de aquellos muros que representaban temporal seguridad pues pronto morían de hambre o rendirse y esperar hallar gracia ante sus enemigos y ser alimentados o ser liquidados por estos.

<<Ese día, cuatro hombres que padecían de lepra se hallaban a la entrada de la ciudad.

--¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados, esperando la muerte? —se dijeron unos a otros—. No ganamos nada con entrar en la ciudad. Allí nos moriremos de hambre con todos los demás, pero si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo. Vayamos, pues, al campamento de los sirios, para rendirnos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos matan, de todos modos moriremos. >> V. 3-4 (NVI)

Así que, decididos se encaminaron en común acuerdo hacia el campamento del enemigo Asirio. Pero, Jehová había intervenido en favor de ellos, en cumplimiento de su promesa dicha por el profeta Eliseo. Eliseo contestó: —Oigan la palabra del SEÑOR, que dice así: “Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse una medida[a] de flor de harina con una sola moneda de plata, y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio.” V.1-2 (NVI)

Al anochecer se pusieron en camino, pero cuando llegaron a las afueras del campamento sirio, ¡ya no había nadie allí! V. 6-7(NVI)

IV. Experimentar el evangelio

Estos cuatro leprosos disfrutaron de la promesa de alimento que Dios había anunciado por medio de su mensajero de las buenas nuevas, Elías.

Al llegar al campamento del enemigo, quizás con miedo y creyendo que era su fin, se encontraron con la grata bendición de mucha comida y bienes materiales como ropa, oro y otras joyas.

Los leprosos comieron hasta saciarse y recobraron fuerzas y escondieron las cosas de valor que habían encontrado, según nos relatan en los versículos 8 y 9. Hasta ahora se estaban comportando egoístas, indiferentes, se habían olvidado de sus semejantes y hermanos que sufrían de hambre y estaban muriéndose detrás de los muros.

De pronto, los leprosos se detuvieron en seco y, reflexionaron, diciendo. ¡Oigan! No está bien nuestra conducta, no está bien nuestra forma de actuar. “Hoy es un día de buenas noticias y nosotros guardamos silencio” V. 9

V. Anticipar las consecuencias

Sin lugar a dudas tristemente, son contados los creyentes decididos a compartir la buena noticia de salvación, pese de ser consciente de la gran miseria humana que sufre el hombre.

Hoy muchos se pierden sin rumbo viven, vagan sin dirección, hay una gran necesidad y pocos obreros al campo van, dice el canta autor Marcos Witt.

¿Qué crees que hubiera sucedido si los leprosos saciados hubieran permanecido en su egoísmo de no compartir la buena noticia con sus hambrientos semejantes? Se hubieran seguido peleando y comiéndose entre ellos, hasta morir, bien por la peste y los microbios de la contaminación social o matarse entre ellos por la desesperación. 2 Reyes 6: 24-30

¿Qué crees si aquel buen hombre de la anécdota de la vida de Raúl no hubiera compartido el brebaje y su receta? Seguramente hubiera Raúl sufrido el costoso y doloroso proceso de operación programado.

Hace unos días, me encontré con Raúl, y alegremente me compartió la receta para mi hijo que sufre de piedras en los riñones. Él, no guardo egoístamente la receta que le dio salud.

Y usted ¿Guarda o comparte la buena nueva de salvación que en Cristo disfruta? No olvide, “Hoy, es día de buenas noticias y no fuimos llamados a guardar silencio” No callemos más esta gloriosa noticia de salvación.

 
 
 

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